Por favor no desviar del tema. Aunque algunos no quieran saber nada de ello.
Sin embargo, creo que el ataque traicionero a los derechos de propiedad de los propietarios de viviendas alemanes por parte de Robert Habeck debería ser debatido. Después de todo, los nuevos requisitos legales para los sistemas de calefacción tendrán un impacto considerable en todo el mercado inmobiliario. Además, la incertidumbre entre la población no podría ser mayor.
Primero, se teme una reticencia en la concesión de créditos por parte de los bancos para propiedades existentes. Seguramente, los objetos serán valorados de manera diferente a como lo eran hace una semana. También se espera una cierta reticencia a la compra. Muchos esperarán a ver cómo se desarrollan las cosas.
Una casa construida en 2010 se verá afectada casi igual que una casa construida en 1980. Ambas con calefacción de gas y sin cumplir con las últimas normas de aislamiento. Muchos propietarios todavía están comprometidos con la financiación. La refinanciación no solo será interesante por los intereses, sino también por la depreciación del valor.
Para la mayoría de los propietarios, el tren de la renovación de la calefacción ya ha partido o, mejor dicho, se ha descarrilado. Los plazos de entrega de nuevas calderas de gas y petróleo han aumentado en los últimos días. Actualmente, en pedidos en línea, veo entre 3 y 5 meses o entre 150 y 200 días. Aunque tengan la caldera, aún no cuentan con el instalador. Va a estar muy justo.
Quien ahora tenga instalada una caldera de gas de 15 años en el sótano probablemente esté como con los patatas calientes. Si la caldera se rompe irremediablemente será complicado. ¿Quién compraría una casa así? Donde en el peor de los casos habrá que renovarla por completo. Los precios de las nuevas calderas y las reformas probablemente subirán a alturas astronómicas.
En tiempos de suministro energético altamente incierto y escasez de materias primas, inflación enorme, aumento de los tipos de interés y salarios reales que se desploman, considero una interferencia política de este tipo en toda la industria inmobiliaria como sumamente preocupante.
Y ahí Habeck no tiene que huir a Ucrania para financiar allí la gran reconstrucción, por cierto con dinero de los impuestos alemanes.
Debería ocuparse mejor de su país y nuestra economía.
Pero lo que más me inquieta es el hecho de que todos vuelvan a callar. Los medios lo endulzan y la masa se somete. ¡Pues nada!