Tolentino
04.07.2023 13:02:53
- #1
En el caso concreto, porque ayudaría a la sociedad en general y en otros lugares se podrían ahorrar o generar fondos. Los incentivos no tienen que costar necesariamente dinero público, sino que podrían ser un juego de suma cero. Un descuento en las contribuciones a la asociación profesional podría tener sentido, ya que, por ejemplo, hay menos accidentes de trayecto. Menos personas que viajan al trabajo significan menos carga para las vías de circulación y costos de infraestructura. En general, una mayor satisfacción y un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal, así como la conciliación de la familia y el trabajo, podrían a mediano plazo conducir a una mayor productividad y a una menor incidencia de enfermedades. También sería imaginable que con estas condiciones más personas se animen a trabajar más tiempo. Voluntariamente, no porque sea obligatorio. Esto a su vez aliviaría las cajas de pensiones. Con la distribución más uniforme de la población (vivir en zonas rurales se volvería más atractivo), también se establecerían más pequeñas empresas (suministros y gastronomía) y entonces se produciría un efecto dominó, porque más población y pequeñas empresas hacen que estas zonas sean también más atractivas para empresas cuyos trabajos requieren presencia (artesanos, etc.). Desde el punto de vista económico, no se debe pensar siempre solo desde la propia frente hasta la acera delante de la puerta, sino que hay que simular los cambios hasta el final. Las inversiones del sector público solo se pueden comparar en parte con las inversiones empresariales. El ejemplo más extremo es la educación. Tarda 15-20 años en que la inversión valga la pena, pero quien escatima en eso (como estado) ha construido su futuro sobre arena.