También hemos decidido conscientemente no tener una chimenea o, como yo preferiría decir, un hogar de fuego.
Siempre tuve una gran chimenea en la casa de mis padres. Aquí cada año hay que conseguir leña, partirla, dejarla secar y cuando ya hace frío afuera salir y llenar la cesta dentro. Siempre hemos dicho que una chimenea te calienta varias veces.
Al final, para mí ese sería el único aspecto de que por la noche sea realmente acogedor. Afuera hace frío y viento, y adentro la madera crepita. El calor también es agradable, pero en nuestra antigua casa de los años 70 no fue suficiente para calentar todo. Para mí, sinceramente, sería más un juego que otra cosa.