11ant
12.02.2018 16:51:19
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Lo que no me gusta del trabajo de carpintería es la durabilidad; el gusto del tiempo no acompaña. Los muebles de mi infancia todavía están en buen estado, después de cincuenta años y cinco mudanzas. Esto puede ser también una maldición: en algún momento uno ya no quiere verlos más, pero tirarlos no se lo permite la conciencia. Las fealdades de los 90, en cambio, después de dos mudanzas casi se han ido solas al punto de reciclaje.