Después de haber sido confrontados con el “ah, nosotros ahora les apuntalamos”, nos vimos obligados a transmitir por escrito diversas cosas a nuestro vecino. Sobre todo también porque en una llamada telefónica con su arquitecto, este opinaba que no era necesario realizar un apuntalamiento con una diferencia de 30 cm, sino que simplemente se podía excavaren más profundo.
También resultó bastante útil solicitar un asesoramiento legal. Según la ley de vecindad de BW, no estamos obligados a tolerar un apuntalamiento. En un proyecto de este tipo, también deberían informarnos con dos semanas de antelación antes del inicio de la construcción, con toda la documentación necesaria, sobre lo que se pretende hacer con nuestros cimientos. Supuestamente están a punto de empezar la obra, pero no ha ocurrido nada. Tampoco se ha realizado un estudio del suelo, que también incluye una recomendación de cimentación. Tampoco se ha solicitado la documentación de nuestras o de las excavaciones de los vecinos. Y eso a pesar de que se construye en un espacio libre entre edificios.
Por precaución, ahora hemos rechazado un apuntalamiento y hemos dejado claro una vez más cuáles son sus y nuestros derechos y que en un proyecto de este tipo nos preocupamos por la seguridad de nuestro edificio. Si se iniciara la obra, solicitaríamos una parada de la construcción.
Nuestra propuesta es que busquemos juntos un planificador que elabore una propuesta de cimentación razonable, que sea ejecutada por una empresa especializada según la norma DIN 4123 y que la ejecución también sea supervisada por un perito. Antes del inicio de la construcción, el perito debe también constatar el estado actual intacto de nuestra casa, en caso de que se produzcan asentamientos, etc. Los costes deberán ser por supuesto asumidos por el vecino.
En realidad no queríamos dar este paso. Sin embargo, después de las declaraciones del arquitecto y del vecino, estábamos tan sorprendidos por sus deficiencias técnicas que no vimos otra opción.