Es bueno que volvamos a hablar de esto, porque así surgen malentendidos. Concretamente dice:
O dicho de otra manera, no tenemos 133K disponibles. Por eso no me contaría entre los más pobres todavía.
Mi sentido de justicia y comprensión legal asumiría que el impuesto se calcula solo después de deducir la legítima.
Con 100 coches que vienen de frente, y que además todos usan las luces intermitentes, saludan y pitan, uno podría al menos echar un vistazo rápido por si acaso algo en su propio vehículo no está bien. Podría...
Los casos aislados no son en realidad adecuados para una discusión de principios, sin embargo, un pequeño reporte con el que estuve ocupado esta mañana durante tres horas:
Mi madre ha convivido sin casarse con un hombre (que no es mi padre) durante los últimos 35 años y lo cuidó en casa durante los últimos diez años. A principios de 2021 él falleció. La hija de este hombre había roto con él hace más de 30 años, porque según ella "destruyó su familia". El amigo de mi madre intentó sin éxito durante tres décadas restablecer el contacto con su hija. Finalmente, resignado, hace cuatro años redactó un testamento en el que mi madre fue designada como única heredera. Y aquí viene lo importante: el impuesto de sucesiones es del 30% con una exención de solo 20.000 €, y el derecho de legítima de la hija existe frente a la heredera (es decir, mi madre). Actualmente no tengo claro si esta legítima reduce o no la masa hereditaria sujeta a impuestos. Si las cosas salen mal, mi madre tendría que pagar inicialmente el impuesto del 30% sobre toda la herencia y luego abonar la legítima a la hija. Para la hija, la herencia está exenta de impuestos.
Esto es lo que hay sobre el tema de trato desigual.
Aunque se trate de una pequeña suma y ni mi madre ni yo tengamos un problema con ello, sigue siendo un problema de lujo comparado con la mayoría de los ciudadanos comunes. Las hordas de conciudadanos que trabajan duro y aún se preguntan a partir del día 20 cómo llegarán a fin de mes. Que no tienen ninguna posibilidad de formar un patrimonio que pueda crecer. Que están siendo expulsados de las ciudades por nosotros, los acaudalados, e incluso ahora de los cinturones de las ciudades. Que ahora reciben de lleno el impacto de la inflación. Y que algún día acabarán en la pobreza en la vejez. Estos conciudadanos — y probablemente son más de lo que pensamos — tienen derecho a quejarse de la desigualdad y la injusticia.