Climbee
08.05.2019 12:26:23
- #1
Las constelaciones que se mencionan aquí también me parecen bastante forzadas - hey, estamos hablando de personas que, de alguna manera, encajan juntas. El ambicioso de carrera y el tipo que se desentiende - bueno - eso probablemente funciona mucho antes de la cuestión de la gestión de la cuenta.
Con nosotros es como con Chand: sin hijos, ingresos dobles.
Al principio de nuestra relación yo ganaba mucho más. Vacaciones: se las regalé por su cumpleaños - no podría haberse permitido esas vacaciones (vacaciones de buceo en Asia Oriental). Yo quería ir de vacaciones y hacerlo con él y convencerlo también de bucear. Funcionó. Bueno, yo pagué, pero ¿cuál habría sido la alternativa? Quería vacacionar con él, no solo, y quería mostrarle la belleza del mundo submarino que tanto me fascinaba. Tuvimos unas vacaciones estupendas, nunca he lamentado un solo euro gastado - dinero bien invertido - y, por cierto: tampoco esperaba gratitud sumisa. Como dice Alex Huber, el escalador extremo: uno se crea algunas páginas bonitas y coloridas en el libro de la vida. ¿Se puede invertir mejor el dinero?
Con el tiempo él fue ganando cada vez más y nuestros ingresos y gastos se fueron igualando lentamente. Para las compras conjuntas juntábamos dinero de nuestras cuentas privadas respectivas - para el uso diario teníamos nuestra cuenta doméstica. También funcionó muy bien.
Ahora tenemos, como dije, una cuenta conjunta, ahí los dos vemos igual cuánto queda y cuánto no. Los dos gastamos igual, cada uno tiene sus manías. Yo gasto un poco más en zapatos *ejem*, él en aparatos técnicos inútiles. Ganamos bien y podemos permitirnos nuestras rarezas. Pero los dos sabemos también dónde poner límites. Si mi marido no fuera así, no habría construido una casa con él.
La cuenta conjunta nos ha reducido algo de trabajo organizativo - lo encontramos práctico. Si uno de los dos saca dinero, pregunta al otro si necesita algo, así se saca más si es necesario. Si alguna vez uno se queda sin dinero, recibe del otro un billete de cinco sin que tenga que devolverlo (como hacíamos con cuentas separadas).
Si a uno le da un ataque de compras, el otro pregunta qué pasa. Aunque no lo creáis: ¡comunicamos!
Pero eso también lo hacíamos con cuentas separadas.
Ahora compramos coches juntos, aunque uno es más "mío" y otro más "suyo". Los costos los compartimos. Si sigo yendo en tren, el próximo coche será algo pequeñito - no necesito más para ir a la estación. ¡Y eso a pesar de que sigo ganando más!
Somos pareja, ahora también casados - SOMOS pareja, no él y yo. La cuenta no es relevante para eso.
Para el supuesto caso de separación que espero nunca ocurra, tomaremos precauciones mediante capitulaciones matrimoniales y en caso de fallecimiento mediante testamento, y esperamos que lo primero nunca y lo segundo dentro de mucho tiempo no suceda.
Con nosotros es como con Chand: sin hijos, ingresos dobles.
Al principio de nuestra relación yo ganaba mucho más. Vacaciones: se las regalé por su cumpleaños - no podría haberse permitido esas vacaciones (vacaciones de buceo en Asia Oriental). Yo quería ir de vacaciones y hacerlo con él y convencerlo también de bucear. Funcionó. Bueno, yo pagué, pero ¿cuál habría sido la alternativa? Quería vacacionar con él, no solo, y quería mostrarle la belleza del mundo submarino que tanto me fascinaba. Tuvimos unas vacaciones estupendas, nunca he lamentado un solo euro gastado - dinero bien invertido - y, por cierto: tampoco esperaba gratitud sumisa. Como dice Alex Huber, el escalador extremo: uno se crea algunas páginas bonitas y coloridas en el libro de la vida. ¿Se puede invertir mejor el dinero?
Con el tiempo él fue ganando cada vez más y nuestros ingresos y gastos se fueron igualando lentamente. Para las compras conjuntas juntábamos dinero de nuestras cuentas privadas respectivas - para el uso diario teníamos nuestra cuenta doméstica. También funcionó muy bien.
Ahora tenemos, como dije, una cuenta conjunta, ahí los dos vemos igual cuánto queda y cuánto no. Los dos gastamos igual, cada uno tiene sus manías. Yo gasto un poco más en zapatos *ejem*, él en aparatos técnicos inútiles. Ganamos bien y podemos permitirnos nuestras rarezas. Pero los dos sabemos también dónde poner límites. Si mi marido no fuera así, no habría construido una casa con él.
La cuenta conjunta nos ha reducido algo de trabajo organizativo - lo encontramos práctico. Si uno de los dos saca dinero, pregunta al otro si necesita algo, así se saca más si es necesario. Si alguna vez uno se queda sin dinero, recibe del otro un billete de cinco sin que tenga que devolverlo (como hacíamos con cuentas separadas).
Si a uno le da un ataque de compras, el otro pregunta qué pasa. Aunque no lo creáis: ¡comunicamos!
Pero eso también lo hacíamos con cuentas separadas.
Ahora compramos coches juntos, aunque uno es más "mío" y otro más "suyo". Los costos los compartimos. Si sigo yendo en tren, el próximo coche será algo pequeñito - no necesito más para ir a la estación. ¡Y eso a pesar de que sigo ganando más!
Somos pareja, ahora también casados - SOMOS pareja, no él y yo. La cuenta no es relevante para eso.
Para el supuesto caso de separación que espero nunca ocurra, tomaremos precauciones mediante capitulaciones matrimoniales y en caso de fallecimiento mediante testamento, y esperamos que lo primero nunca y lo segundo dentro de mucho tiempo no suceda.