En un terreno iría a verlo tantas veces como fuera posible. Por supuesto, se le pregunta al agente inmobiliario si se puede volver a mirar. Pero como ya ve al comprador casi enganchado, dirá que sí.
Con nosotros, en un terreno, a través de conversaciones con los vecinos, salieron a la luz estas características que el agente inmobiliario se había olvidado de mencionar:
El terreno (la parte final de una agradable callejón sin salida con edificios bastante nuevos) no tenía acceso a la calle. El propietario ahorrativo se había negado a ello y había previsto un acceso a un edificio bastante alejado en su propiedad. Consecuencia: cables largos, calle privada atrás, ni siquiera se puede aparcar delante.
Allí crecían plantas silvestres que necesitaban mucha agua. Todos los edificios antiguos de los alrededores tenían pozos propios en el sótano, los edificios nuevos tenían o bien estanques impermeables o pies mojados.
Una zona mixta se encontraba justo al lado. En el edificio antiguo de al lado, una persona entusiasta criaba palomas, muchas palomas. Prácticamente imposible de controlar.
Otro vecino había llegado a rociar con pintura de marcaje en el terreno en venta, donde a pesar del área edificable no se podía construir, para poder girar bien con su todoterreno todopoderoso. Yo me quedé parado en la parcela mientras él maniobraba y me presionó con su vehículo.
Todo esto salió poco a poco. La última limitación nos la comunicaron dos días antes de la cita con el notario. En realidad nos enteramos porque hablamos con la gente más de una vez y nos tomaron en serio.