La teoría pura no sirve para nada aquí. El ruido está casi en todas partes. Nuestros vecinos ahora han trasladado el dormitorio a la calle hacia el sur, al jardín, porque escuchaban el tren de mercancías desde lejos y el vecino de enfrente hacía ruido con las puertas del coche desde las 5 de la mañana. Nosotros no oímos nada del tren porque también tenemos el dormitorio al sur. Al aire libre, los niños pueden ser peores que la autopista. Pero la autopista también puede ser mala. La tenemos a 300 metros en línea recta, pero al este. De ahí viene el viento con menos frecuencia y generalmente hace más fresco, por lo que uno acaba entrando de todas formas. Los sábados los vecinos se pasan la mano con las cortadoras de césped, eso también puede ser molesto. En vez de oír la autopista, más bien escuchamos un supuesto sonido de mar – es pura psicología, cómo uno se lo vende a sí mismo: molesto o algo que con el tiempo ya no se percibe. Por eso también he enlazado el problema del ruido de Kati aquí, porque cada uno lo percibe de forma diferente, y tal vez se obsesiona tanto que termina nervioso. Al final, debe ser una decisión personal cómo manejarlo.