Hola primero. No soy un desconocido aquí, pero en los hilos de jardín mayormente ni siquiera participo como lector silencioso. Aquí y hoy, invitado por el OP, a cuyos hilos de casa ya he aportado varios frascos de mostaza.
Acabo de leer todo el hilo de un tirón y voy – para “quitarlo de mi cabeza” – primero a comentar brevemente y concretamente algunos pasajes:
Exactamente ese es el problema. Cuando los paisajistas de jardín escuchan que se trata de una oferta comparativa, tengo la sensación de que se cierran en banda.
No solo cerraría en banda, sino también a los irlandeses, frisones y vikingos juntos. Primero, quien pregunta por el precio (sin que el cocinero sea un aprendiz) no ha entendido el valor. ¿Por qué habría uno de atender y suministrar a quien no lo aprecia? Los precios se dan tras la consulta – si es que se tiene la sensación de que el cliente encaja. Segundo, no se quiere hacer pagar a los clientes que se atienden con gusto por los aficionados a comparar precios. Las ofertas calificadas no son un paseo.
Ahora voy a presentar este precio a nuestro distribuidor, que se ha implicado más fuertemente en la planificación, y él tendrá la oportunidad de concretar la venta si su jefe lo acepta.
¿Entiendo bien?: ¿el más aplicado obtiene la “oportunidad” de suministrar al precio del más barato? – espero que no tenga por eso que estar agradecido, porque ¿qué gana
él con eso?
También debe prepararse una instalación para la futura piscina y demás… todo debe pensarse y ejecutarse correctamente. Donde ahora se está empedrando o colocando algo, más adelante no se podrá acceder a las instalaciones sin destruir.
¿Ya estoy perdiendo la memoria? – soy lector y respondedor “de la primera hora” de tus hilos de casa y no recuerdo piscina alguna. Ni en imágenes, ni en texto, ni en la planificación de abastecimiento o evacuación. ¿De dónde sale esta ahora?
En cualquier caso, debería haber sido parte del
proyecto general desde hace mucho.
Preparar una piscina solo vale la pena si la piscina está planificada con detalle. Y no sé cuándo la haremos.
Charlas típicas de gente unos años antes de la advertencia de salud. Tras la todavía persistente aria de turbulencias en la fase de obra gruesa, simplemente incomprensible.
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Pero ahora al tema en general:
Mi querido ladrón, creo que tienes el acelerador del gas atascado.
Cuando hace algunos meses leí sobre tu puerta trasera del garaje, y sobre la minicargadora, pensé: el chaval es sensato, quiere jugar un rato. Que también es importante. Si recuerdo bien, eres empresario y estás rondando los treinta y tantos. También parece tener éxito, lo que no es nada despreciable. En vista de la “comorbilidad” con los problemas de construcción de la casa, creo que es imprescindible que las manos te pique manejar el jardín los fines de semana. Si no, a los cuarenta y tantos llega el burnout. Ya está puesto ese despertador, pero todavía lo puedes evitar.
Pues en general: un jardín no se hace con dinero, sino con las manos. Mira – así es como se hace.
¿De qué sirve la puerta para la minicargadora si detrás ya está empedrado? – Con un vehículo de orugas no me atrevería a pasar, máximo con una minicargadora de ruedas.
En algún sitio aquí leí también la palabra clave “robot cortacésped”. No, eso no funciona.
Embarazo, plazo de entrega, como se le llame: hacer y ver crecer forman parte del resultado “con manos y pies”. Deja empedrar la entrada – o sea, colocar las piedras. Pero en el apisonado currátelo tú mismo, que puedas volver a casa por
tu entrada. Haber pagado no da satisfacción.
Y primero no hace feliz y segundo no relaja ver al robot cortacésped. Solo da calambres en las coronarias: ¿lo estará haciendo bien? – ¿por qué parpadea? – ¿ha pitado justo ahora? – no, una costura limpia se ve de otra forma, la próxima vez compro el más grande – ¿tendrá garantía?
Varias semanas pensé en divorcio cuando la casa estuviera acabada. Luego en sanatorio mental. Actualmente te veo más bien en la unidad de cuidados intensivos. Busca ya en Google la próxima stroke unit.
Fíjate en Daniel: él sembró el césped él mismo. Luego vino mucha lluvia, el jardín se inundó como un arrozal. Pensó: todo flotará y tengo que hacerlo de nuevo. Y luego algo pegó. Ve lo que ya ha terminado. Y tiene objetivos – algunos lo acompañarán hasta el próximo año.
No importa si no sigues el ritmo con la habilidad manual. Entonces un detalle queda un poco torcido y otro un poco abultado. Que te den. Si de verdad te molesta cuando miras tu obra desde la tumbona, también te picará mejorarla. Ahí vuelves a cavar un pequeño campo y lo haces mejor. O decides que cuando acabes el otro extremo, vuelves a empezar por uno. Todo lo nuevo lo hace mayo, ¿por qué no cada siete años?
Diseñar y cuidar el jardín con el talonario es cosa de nenazas (o de quienes quieren serlo). Para “la comprensión” nunca es demasiado tarde.