Él ha determinado ahora, después de tres días de reflexión, que la solución propuesta es demasiado amplia para él. No quiere conformarse con un derecho de vivienda en su casa. Así que ahora estamos examinando dos opciones más. Por un lado, la división real (en la cual para él es importante que yo no pueda ni alquilar ni vender mi casa) y por otro lado una solución en la que todas las propiedades inmobiliarias se dividan en partes iguales entre él, su esposa (mi madre) y yo. Lo cual, por supuesto, es la solución más costosa según el valor del objeto. Pero antes también buscaremos asesoramiento fiscal nuevamente. En principio, él todavía no confía en que el abogado y el notario nos estén asesorando correctamente. En realidad, preferiría que todo permaneciera tal como está...