Esto es un juego alegre de adivinar precios. Rara vez los arquitectos se han sobreestimado. No solo deben pensar en dónde quieren vivir y qué habitaciones deben contener, sino también en cómo sucede su vida. Qué rutinas, gustos, aversiones, requerimientos de tranquilidad, sociabilidad, privacidad (también para los niños), conexión con el jardín o la vista, luz, calor, hobbies, funciones, detalles... tienen. Reúnan todo eso y hagan -como ya empezó tu esposa- una galería de imágenes con todo lo que les gusta y describan por qué y qué les gusta de ello. Este conjunto lo discuten con el arquitecto y le dicen que saben perfectamente que eso no cabe todo en una casa. Luego fijan el presupuesto (no el total) y dejan que el arquitecto sea creativo. Pueden bastar también menos metros cuadrados o quizá se necesiten más. Si es bueno, se alegrará y hará un proyecto que los sorprenderá, en el mejor de los casos positivamente. Lo que un buen arquitecto puede idear en un terreno en pendiente supera la imaginación de nosotros, simples aficionados que pensamos de manera "menos dimensional". Eso deben aprovecharlo sin falta.