¿Cómo deberíamos abordar mejor el tema?
Pues, ¿qué opinan? Aquí tenemos un torbellino de pensamientos.
Yo lo abordaría manteniendo distancia, es decir, dejando que el torbellino funcione solo. Los decisores de venta (herederos de propietarios aún vivos) no están maduros para entender que no se puede vender y comer un pastel al mismo tiempo (Confitería Schrödinger, *LOL*) – pero así no funciona la realidad. Su naive idea de una construcción de compra con alquiler estaría por un lado afectada por el dilema de ser inestable/insegura o, desafortunadamente, fiscalmente efectiva, en la práctica sentirían los alquileres a pesar de la no imputación nominal en el precio (precio de compra / impuesto sobre transmisiones patrimoniales / honorarios notariales). Por otro lado, la parte vendedora parece no considerar qué malos servicios se está haciendo a sí misma (tanto a padres como a hijos). Los propietarios están actualmente en una residencia (y supongo que su alquiler debería financiar su vivienda asistida allí) – pero ¿qué pasa si cambian allí a estado de residentes en una residencia de cuidados? – entonces, en un momento ya no libremente escogible será relevante lo que ellos y sus familiares obligados a mantener "tienen a sus pies", como se dice en Colonia. Ya en un nivel medio de cuidado, solo desde director de juzgado en adelante uno sigue siendo pagador libremente sin pestañear – después se toca fondo y esto se pone a prueba. Y entonces hubieran debido vender hace diez años. El deseo de que la casa pueda seguir siendo, al menos de vez en cuando, pasada por los antiguos habitantes como decorado es comprensible – pero no debería cargarse sobre las espaldas de los ocupantes posteriores. Que la parte vendedora quiera reprimir su despedida (de la casa y de la reserva para el espacio de construcción de los nietos en el jardín), yo en vuestro lugar no lo convertiría en mi problema. No desgasten a su familia para que otras personas esperen resolver sus problemas con un supuesto huevo de colón comercial a costa de ustedes.
Ellos necesitan un psicólogo – no
ustedes un asesor fiscal!