En mi último empleador, con la nueva dirección se contrató una nueva jefatura de RRHH. Todo debía ser más joven, dinámico y orientado a la salud. Un joven tipo que venía de la industria de start-ups. Una de sus primeras ideas fue ofrecer snacks saludables gratuitos para los empleados: fruta, mezclas de frutos secos, barras energéticas. Después de tres meses, se canceló el experimento porque había algunos empleados que acaparaban fruta y barras energéticas en cuanto el servicio de entrega traía el nuevo suministro. Y se preparaban tranquilamente una ensalada de frutas al mediodía, ahorrándose así la comida propia. O se llevaban las barras para hacer deporte después del trabajo a casa. Los llamados a comportarse de forma más colegial y responsable no tuvieron efecto. En una discusión más grande surgió el argumento de que no se había especificado cuánto podía tomar cada empleado y de que simplemente se podría haber pedido más suministro. No solo dejaron de haber snacks, sino que ideas nuevas como, por ejemplo, más posibilidades de teletrabajo, ya no pudieron imponerse.