Ella no está muy bien de la cabeza - por decirlo amablemente.
El domingo pasado estuvimos viendo la televisión con la ventana cerrada. Entonces una de nuestras gatos quiso entrar y como suele pasar con los gatos, ¿entras ahora o no, o sí o no...? Así que dejé la puerta corredera abierta como 20 cm para que Demoiselle pudiera decidir y fui a la nevera a coger algo de beber. Cuando volví, o sea, en 1-2 minutos como mucho, la señora vecina ya estaba asomada por la ventana gritando "¡OIGO CADA PALABRA!!! *gritar-llorar-chillar*". Entonces simplemente cerré la puerta corredera, ¿para qué? Pues se supone que puedo abrir la puerta aunque esté la televisión encendida. Los dos no tenemos problemas de audición, ni mucho menos, a volumen normal de sala. Pero con su comportamiento parecía que estuviera tocando una banda de rock a todo volumen.
Da igual. Ya conocemos sus estallidos.
Pero eso no fue todo. Poco después llamaron a nuestra puerta como locos. La vecina. Eran las once y media, no teníamos ganas de conversar con una furia chillona y no abrimos. Eso es nuestro derecho. Tampoco abrimos a los Testigos de Jehová. Sin embargo ellos entienden más rápido que no se les abre, porque nuestra vecina estuvo al menos 5 minutos o más haciendo un show con golpes y timbrazos contra la puerta y la ventana. Mi marido abrió la puerta arriba y escuchó lo que maldecía (se puede hacer sin que ella lo note abajo). Decía: "¡Ahora todavía están viendo la tele! ¡La tele sigue encendida! ¡Siguen despiertos! ¡Por qué no abren! ¡Qué descaro!" Y seguía en ese tono.
Ella está molesta con nosotros todo el tiempo. No podemos hablar afuera "¡OIGO CADA PALABRA!", con buen tiempo tenemos que dejar las ventanas hacia su lado cerradas para que no se moleste, además tenemos que bajar los persianas por privacidad. O sea, ella quiere y nosotros tenemos que ceder. Pues no lo hacemos. Hasta ahora hemos sido considerados y en verano ya casi no hemos estado afuera. No tiene gracia que después de 10 minutos aparezca una mujer gritando. Pero ya no tenemos ganas de eso y pensamos que si le molesta, que cierre sus ventanas. Si no aíslan del sonido, no es problema nuestro. Ella tiene que aguantar nuestras conversaciones, son emisiones acústicas normales de vecindario, tiene que soportarlo.
Por eso queremos un cerco protector y también queremos cerrar la ventana del garaje después de lo ocurrido.
Si vuelve a montar otro circo delante de nuestra puerta, prohibiremos su entrada y lo documentaremos por escrito (posiblemente con un abogado).
No es agradable y desafortunadamente no es tan mayor como para esperar una solución biológica al problema.
Honestamente, nunca habíamos experimentado algo así y hasta ahora nos hemos llevado bien o muy bien con todos nuestros vecinos.
Sin embargo no creo que un proyecto comunitario de "protección visual" mejore nada aquí...