Rupp. Tienes seguramente razón. Sólo que no es agradable que sea así. Esto hace algo con nosotros, esta formalización por escrito. En septiembre de 2016 estábamos sentados en la oficina de nuestro constructor. Él, yo, mi esposa. Teníamos la casa definitiva, teníamos precio, aclarábamos detalles. Luego revisamos paso a paso la descripción de los trabajos de construcción. Cambiamos aquí y allá. Entonces nos pusimos de pie los tres. Nos miramos, nos dimos la mano los tres sobre la mesa. Un pacto, una sensación edificante. Habíamos comprado. Una casa. Nuestra casa. No había nada por escrito. Ese día, ese pacto lo era todo. Y ese momento fue definitorio para toda la construcción hasta ahora, cuando surge alguna pequeña garantía. Nunca se rompió esta relación, en la fiesta de la estructura pasamos al tú, nunca hubo ni la más mínima trampa, ni de nuestra parte, ni de la suya. Tiene que ver con el honor, y eso se pierde con este rollo de contratos y abogados. Lamentablemente eso también es verdad.Karsten