Si ahora estoy tumbado en el sofá, con el iPad en la mano, el café dominguero en el cuerpo, el gato ronroneando, afuera el viento otoñal ha expulsado el verano, entonces estoy realmente contento y sé, todo es nuestro, ni un centavo de dinero heredado, y aun así pagado y el banco puede irse al diablo.
Pero no importa si es a crédito o pagado, por eso el gato ronronea igual. Totalmente irrelevante...