Criticar a los funcionarios siempre es fácil. Porque nadie se pregunta quiénes son realmente los funcionarios ni cuál es el propósito del funcionariado profesional.
Además de que los policías se aseguran de que ninguna horda saqueadora simplemente se lleve vuestras pertenencias, los empleados del cuerpo profesional de bomberos se encargan de que en las grandes ciudades no se propague un incendio descontrolado. También estas personas suelen trabajar con gusto en los servicios de emergencia.
Por otro lado, el funcionario no debe temer denuncias injustificadas, por lo que puede realizar su trabajo con el mayor cuidado posible y dentro de la ley, sin miedo a perder su sustento. Por cierto, la dependencia del Estado también hace que no pidan sobornos con frecuencia. Porque los tribunales no toleran los delitos de corrupción. Y con eso se acabaría la existencia del funcionario. No vale la pena por 200€. De lo contrario, el vecino con bastante dinero simplemente construye fuera del plan de urbanismo porque ha sobornado al funcionario correspondiente en la oficina de urbanismo.
A eso se suma la prohibición de huelga, que precisamente garantiza que las funciones básicas del Estado siempre funcionen.
En todo caso, a mí no me gustaría tener que cuidar de mis hijos durante 8 semanas porque los profesores estén en conflicto salarial.
Criticar a grupos profesionales no demuestra ni ingenio ni encanto, sino más bien una visión limitada y estrechez de mente.