Cabe señalar que considero legítimo el proceder de ambas partes
Promotores inmobiliarios que cobran tarifas de reserva y simulan un contrato de obra, en mi opinión, actúan al límite (¿o más allá?) de la ordenanza de agentes y promotores inmobiliarios. Esto hace dudar de la legitimidad de dicho comportamiento. Sé que la vida no es un camino de rosas, supervivencia del más apto, capitalismo y todo eso... Pero, ¿qué pasa con el comerciante honesto y el hombre de negocios decente? ¿Se puede ser todavía tan ingenuo? En resumen: para mí eso no es legítimo, sino dicho de forma suave, astuto o, para ser honesto, un truco sucio; engañadores, intermediarios tramposos, cazadores de incautos.