Los órganos de decisión tienen que equilibrar muchos intereses y muchos de ellos son contradictorios. Al final, se aprueban preferentemente las medidas que se venden bien y cuyos grupos de presión tienen el mayor respaldo. Grupos de presión no se refiere explícitamente solo a los lobistas de la industria, sino también a las llamadas ayudas y asociaciones ambientales que se han centrado en temas específicos. La protección del clima mediante el aislamiento se está vendiendo bien en este momento. Pero en el balance general esto es cuestionable y en la práctica causa problemas. El problema principal aquí es la combinación de muchas medidas aisladas en lugar de un concepto coherente (quien encuentre paralelismos con la gestión de crisis actual puede quedárselos ;)). Y un comercio de emisiones sectorial, por ejemplo, que resolvería el problema del CO2 en el balance general sin muchas intervenciones, es simplemente impopular, especialmente en el espectro verde.