La pregunta es 1. si objetivamente existen defectos y 2. cómo haces valer tu derecho.
sobre 1.
Ese es sin duda el punto crítico. Si trasladara este tipo de defectos a cualquier otro objeto (teléfono móvil, coche, ordenador, gafas de sol, marco de fotos, altavoces, lo que sea), la respuesta sería clara: eso no es un producto en estado nuevo.
Pulir los arañazos (una de las sugerencias) me parece problemático, ya que no hay material disponible infinitamente. Si desde el principio dispongo de menos material, entonces no tendré esa posibilidad de pulir en el futuro, porque ya se ha quitado material.
Eso también es así con la pintura de un coche: no se puede restaurar eternamente.
Las ventanas de plástico están prácticamente hechas para durar toda la vida; la estética es algo que en unas décadas uno querría poder restaurar.
sobre 2.
Bueno, hay suficientes opciones. La más sensata sería un tratamiento abierto del asunto por parte del promotor. Hay partes de la ventana que para mí no necesitan ser necesariamente sustituidas (daños en los bordes inferiores por ejemplo), pero al menos deberían ser compensadas de alguna otra forma. En cambio, otros asuntos como la abolladura grande, la puerta deformada, así como las ventanas con taladros incorrectos y rayones evidentes sí que deberían ser tratados.
Me atrevo a afirmar: tu contraparte no va a arrancar, desechar y montar todo ese lío de nuevo voluntariamente mediante una empresa de calidad. ¡Mantennos informados!
¡Lo haré! Mi contraparte es un promotor que subcontrata todo a terceros. En ese sentido, ellos tienen mucho más poder sobre sus contratistas, ya que, a diferencia de mí, no les asignan un solo trabajo en toda su vida...