11ant
23.05.2025 18:45:03
- #1
Aunque esto también tiene límites. Ciertamente, el jefe de obra (que por lo general son ingenieros civiles, por eso me parece un poco irrespetuoso ponerlo entre comillas de manera general, como si fueran personas sin formación con un curso de dos semanas en construcción) es pagado por el contratista general y por lo tanto es parcial.
Siempre pongo al "jefe de obra" del contratista entre comillas, pero nunca con la intención de dudar de su competencia (que lamentablemente solo beneficia de manera muy limitada al propietario). Tampoco afirmo que la dirección de obra del arquitecto la realicen personas mejor formadas. Lo ideal para planificar una vivienda unifamiliar es con una pequeña oficina de arquitectura con un solo profesional (arquitecto, a menudo formado en la universidad, no en una escuela técnica con experiencia práctica relevante como requisito de acceso), que comparte la dirección de obra con su asistente (cualificación típica: delineante) — ahí el jefe de obra ni siquiera es un ingeniero civil o capataz. Pero la dirección de obra tiene aquí una lealtad exclusiva principalmente hacia la parte del propietario, y una pequeña oficina de arquitectura tiene proyectos en la zona cercana y puede contarlos con los dedos de la mano. Puntualmente, como soporte adicional, recomiendo también involucrar al perito de obra durante el proyecto. No es raro que hayan sido antes "jefes de obra" y que hayan salido de esa situación para evitar el agotamiento laboral, emprendiendo por cuenta propia. Algunos incluso vuelven temporalmente al empleo fijo durante la etapa de formar una familia.
También siempre me llaman solo para instalaciones que están fallando y no para las que funcionan perfectamente, para que pueda admirar la perfección de nuestro trabajo...
Exactamente ahí está el problema, que a menudo conduce al agotamiento: mucha "extinción de incendios" / pocas experiencias de éxito, proporción de supervisión dictada por la restricción presupuestaria (el jefe de obra debe ser más barato que sin él, con costos de desastre aún mayores), y recorrer kilómetros en consecuencia. En cierto modo siempre como un médico de urgencias conduciendo solo, pero sin luces azules ni carril de rescate. La cuestión de los atajos es solo "cuándo". Porque la competencia es ambivalente: técnicamente puede facilitar la vida diaria, pero por otro lado, sin ella habría menos conflictos con la dirección de la empresa. Entonces prefiero seguir con mi tranquila carrera como autónomo sabelotodo universal (aquí lamentablemente sin emoticonos de puntuación).