aero2016
09.11.2017 19:50:26
- #1
Ya me lo imaginaba...
Justamente esa actitud es la razón de la reacción descrita.
Cero identificación con lo que se hace. Cero motivación. Cero impulso para lograr algo en la profesión. Cero amor por el trabajo.
Entonces eso es exactamente lo que resulta... Respuestas cortantes, actitud de no tener ganas, frustración, apatía, etc...
Obviamente tengo suerte de no tener que ir a trabajar, sino de querer hacerlo! La actividad me reta, me divierte, tiene altibajos. Pero es el proceso lo que hace que sea divertido.
Si me imagino sentarme todos los días en una oficina a "hacer algo" solo para financiar mi tiempo de vida fuera de esas 8 horas, probablemente sería igual de insoportable que la mayoría de los funcionarios.
Es triste... Una vida tan larga... Tanto tiempo en el trabajo... Y luego ese "cumplir el horario" para financiar la tan emocionante vida fuera del trabajo...
Amargo... Y también de alguna manera triste...
¡Me solidarizo con ustedes!
No creo que tengas razón. La mayoría de los funcionarios que conozco eligieron su profesión por interés. Y a diferencia de lo que alguien con un horizonte limitado podría suponer, la administración en muchos ámbitos es muy variada, especialmente en la administración especializada. Casi no conozco a ningún "funcionario típico", sino por el contrario a muchísimas personas dedicadas en este sector. Solo que el problema es realmente como se describe arriba. Se redujo el personal hasta que ya no funcionó. El funcionario individual ya no puede hacer mucho contra los déficits que surgieron por eso. Ni siquiera con un esfuerzo del 150% puede acabar con el montón de trabajo. No le queda otra que encogerse de hombros cuando alguien se queja de que todo tarda demasiado.