Él parece ser alguien que cree en el mito de la verdad absoluta.
Deberíamos estar agradecidos de vivir en un país donde cada persona tiene el derecho de defenderse lo mejor posible con la ayuda de abogados, o de que estos representen de la mejor manera sus intereses. Llamar delincuentes a los abogados es señal de una comprensión subdesarrollada de nuestro sistema jurídico, de valores y democrático. Lo mismo ocurre, por cierto, cuando los políticos son tratados de esa manera.