Elina
21.12.2015 17:28:13
- #1
No, realmente no hemos solicitado ayuda externa aquí. El único que ayudó un poco fue el amigo carpintero de mi cuñada. Y él fue pagado adecuadamente por eso, así que realmente no cuenta.
Yo pediría ayuda a otros, pero lamentablemente tengo el síndrome de enfadarme mucho cada vez que alguien más hace el trabajo que yo no hice.
Las ventanas y puertas están puestas torcidas, algo sobresale o no encaja bien... claro que eso también me pasa aquí y allá, pero yo no aprendí ese trabajo ni me pagan por hacerlo.
Una vez, mi suegro quiso ayudar a sacar el mortero... llegó, intentó con la palanca 2 o 3 veces. El resto lo hizo mi marido. El montón de escombros de 1,3 toneladas tuve que cargarlo yo misma por 66 escalones hasta el contenedor. Cita de mi suegro al final del primer día de trabajo: "para mañana ese montón tiene que estar fuera, chica".
Lo logré incluso. Y al segundo día llegó y se bebió una cerveza tras otra, mientras nosotros trabajábamos. Ahí se me quitó un poco las ganas, sobre todo porque antes siempre se enfadaba mucho cuando me veía cargar cajas de bebida ("¡los ligamentos de las madres!") y luego se felicitó en alguna comida familiar porque había hecho un trabajo TAN duro al sacar el mortero. Eso todavía me da ganas de violencia hoy en día.
Yo pediría ayuda a otros, pero lamentablemente tengo el síndrome de enfadarme mucho cada vez que alguien más hace el trabajo que yo no hice.
Las ventanas y puertas están puestas torcidas, algo sobresale o no encaja bien... claro que eso también me pasa aquí y allá, pero yo no aprendí ese trabajo ni me pagan por hacerlo.
Una vez, mi suegro quiso ayudar a sacar el mortero... llegó, intentó con la palanca 2 o 3 veces. El resto lo hizo mi marido. El montón de escombros de 1,3 toneladas tuve que cargarlo yo misma por 66 escalones hasta el contenedor. Cita de mi suegro al final del primer día de trabajo: "para mañana ese montón tiene que estar fuera, chica".
Lo logré incluso. Y al segundo día llegó y se bebió una cerveza tras otra, mientras nosotros trabajábamos. Ahí se me quitó un poco las ganas, sobre todo porque antes siempre se enfadaba mucho cuando me veía cargar cajas de bebida ("¡los ligamentos de las madres!") y luego se felicitó en alguna comida familiar porque había hecho un trabajo TAN duro al sacar el mortero. Eso todavía me da ganas de violencia hoy en día.