La sobreestimación, que según la opinión popular constituye un requisito esencial para mi profesión, en este caso ni siquiera necesita ser invocada: mi abuela, que descansa en paz, habría apostado sin gafas con total seguridad que la foto no es obra de un albañil formado. Uno de esos podría perfectamente trabajar así, pero solo se permitiría hacerlo en una pared para revocar. Ahí ni siquiera un consultor de empresa se quejaría - pero una superficie de muro visto se espera, en mi opinión, que esté hecha con más cariño. Pero reconozco gustosamente que solo puedo juzgar eso, y no puedo demostrarlo mejor yo mismo.