Protección infantil al encender una estufa de azulejos

A veces me pregunto cómo pudimos crecer todos. Sin protección contra caídas en las escaleras, sin dispositivos de seguridad en los enchufes, sin rejas delante de la estufa...

Si naciste después de 1978, ¡esto no tiene nada que ver contigo!

¡Los niños de hoy en día están envueltos en algodón!
Si fuiste niño en los años 50, 60 o 70, ¡es difícil creer en retrospectiva que pudimos sobrevivir tanto tiempo!
De niños nos sentábamos en autos sin cinturones de seguridad ni airbags.
Nuestras cunas estaban pintadas con colores brillantes llenos de plomo y cadmio.
Podíamos abrir sin problemas los biberones de la farmacia, igual que la botella con lejía.
Las puertas y los armarios eran una amenaza constante para nuestros deditos.
Nunca usábamos casco al andar en bicicleta.
Bebíamos agua de los grifos y no de botellas.
Construíamos carros con cajas de jabón y durante la primera bajada descubriamos que habíamos olvidado los frenos. Con eso nos arreglamos tras algunos accidentes.
Salíamos de casa por la mañana a jugar. Nos íbamos todo el día y teníamos que estar en casa solo cuando se encendían las farolas. ¡Nadie sabía dónde estábamos y ni siquiera llevábamos celular!
Nos cortábamos, nos rompíamos huesos y dientes y nadie demandaba por eso. Simplemente eran accidentes. Nadie tenía culpa salvo nosotros mismos. Nadie preguntaba por “deber de vigilancia”. ¿Recuerdas los “accidentes”? Peleábamos y a veces nos golpeábamos hasta ponernos morados. Teníamos que vivir con eso porque a los adultos no les importaba.
Comíamos galletas, pan con mucha mantequilla, bebíamos mucho y aun así no engordábamos.
Bebíamos con nuestros amigos de la misma botella y nadie murió por ello.
No teníamos: Playstation, Nintendo 64, X-Box, videojuegos, 64 canales de televisión, películas en video, sonido envolvente, televisores propios, computadoras, chats por internet. ¡Teníamos amigos!
Simplemente salíamos y los encontrábamos en la calle. O simplemente íbamos a su casa y tocábamos el timbre. A veces ni siquiera teníamos que tocar y entrábamos simplemente. Sin cita y sin que nuestros padres lo supieran. Nadie nos llevaba ni nos recogía. ¿Cómo fue posible?
Inventábamos juegos con palos de madera y pelotas de tenis. Además comíamos gusanos. Y las profecías no se cumplieron: los gusanos no vivían para siempre en nuestros estómagos ni con los palos sacábamos muchos ojos.
En el fútbol callejero solo podía jugar quien era bueno. El que no era bueno tenía que aprender a lidiar con las decepciones.
Algunos alumnos no eran tan inteligentes como otros. Reprobaban exámenes y repetían cursos. Eso no causaba reuniones emocionales con padres ni cambios en la evaluación del rendimiento.
Nuestras acciones a veces tenían consecuencias. Eso era claro y nadie podía esconderse. Si uno de nosotros infringía la ley, estaba claro que los padres no lo sacaban del lío. Al contrario: ¡estaban de acuerdo con la policía! ¡Algo así!
Nuestra generación ha producido una gran cantidad de solucionadores innovadores y inventores con disposición al riesgo. Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad. Sabíamos cómo manejar todo eso.
Y tú también formas parte de ello.
Felicidades
Saludos a todos los que sobrevivieron