Ve a varias ferreterías para hacer pruebas de escucha. Aunque eso en realidad es una tontería, porque el timbre suena muy diferente en la acústica de tu habitación que en la ferretería. Hay que pensar en las reflexiones, ondas estacionarias, etc., según la frecuencia del timbre. Además, depende de la edad de la persona que escucha, la gente mayor oye un poco peor las frecuencias altas, por lo que la percepción también puede cambiar.
Ves: no es nada trivial. Simplemente ir a la ferretería o pedir uno con varios tonos sería demasiado fácil. ¡Un timbre de puerta es, después de todo, una decisión para toda la vida!